Creo que el talento para algo es una cosa con la que simplemente o se nace o nunca se tendrá. Podrás educarlo, hacerte experta, pero solamente cuando se tiene un don puede explotarse. Yo nací con vocación para el libertinaje. Cuando tuve la opción, mi situación financiera no era fácil, así que la tomé. Hasta la fecha, en las artes del amor, no ha habido una propuesta que me parezca demasiado perversa para no llevarla a cabo. Mientras nadie salga lastimado todo es un juego, por eso, la primera vez que hice un trío todo me pareció tan estimulante.Daniela es una chica morenita, de largos cabellos lacios, grandes ojos negros, de rostro muy mexicano, cuerpo esplendido, pechos generosos y un trasero de primer premio. Nos presentó Pati y simpatizamos. Una tarde me llamó para contarme que un cliente suyo quería un trío. Me preguntó si estaría dispuesta a acompañarla a ese servicio. La sola idea me atrajo mucho. Hasta esa fecha no había estado en la cama con otra chica.No les voy a hacer el cuento largo. Esa tarde nos encontramos en la recepción del Revolución. Entramos juntas. Ella, que conocía al tipo, lo besó con confianza. Un beso rápido, un saludo. Me presentó. Le di un gran beso y acercándome a su cuerpo sentí como crecía un bulto en su pantalón. Tome a Daniela de la mano y la acerqué a nosotros. Besé entonces su mejilla. Daniela se sorprendió, dio un paso breve hacia atrás y, sonriendo, rectificó y volvió a mi regalándome un beso tierno en los labios. Volteamos a verlo a él que, ansioso, nos tomaba a las dos por las cinturas. Casi instintivamente las tres bocas se juntaron confundiéndose en un solo beso. Comenzó a desnudarme. Se colocó detrás de mi y pegando su bulto a mis nalgas, sus manos levantaron mi blusa y expusieron mis pechos apretados por un sostén delicado. Me lo desabrochó para expulsar de pronto ansiosos mis pezones. Mientras hacía su trabajo en mi cuerpo, Daniela lo desnudaba a él. Desabrochaba sus botones y acariciaba su pecho. Cuando ambos tuvimos el torso desnudo me volteó para regalarme un beso. Daniela se quitó el vestido que llevaba y comenzó a rozarme los pezones con la lengua. Mi mano jugaba traviesa con el miembro tieso de nuestro compañero.Cuando de pronto, Daniela me beso de nuevo, sentí en ella una pasión deliciosa. Fuimos juntas a la cama terminando de desnudarnos. El se quedó de pié viendo nuestras pieles contrastantes, el blanco mío y el negro suyo que se estremecían al encontrarse, al tenerse. Nos siguió al lecho. Daniela le puso un condón y se llevó el pene a la boca. Mientras mamaba yo acariciaba su cuerpo, lo besaba. Atendía a cada impulso que el instinto me dictaba para hacerla olvidarse de aquel intruso, para recordarle mi presencia. Eso a nuestro mecenas, lejos de encelarle, le complacía como si lo que a ella le hacía, él lo estuviera sintiendo. Entonces Daniela, sin dejar de saborear lo que tenía en la boca, me dirigió para colocar mi vulva de modo que sus dedos pudieran hacer su juego. Cuando me tuvo en posición perfecta, sacó ese pene de su boca y jalando con una mano y empujando por la espalda con la otra, dirigió ese pito hacia mi apremiada vagina. Mientras él me penetraba, como antes hiciera yo, Daniela me besaba y recorría con sus manos todos los resquicios de mi cuerpo. Él no perdía el tiempo y mientras se movía dentro de mí, acariciaba con sus manos a mi amiga. De repente sacó de mí su pene y arrancándose el condón, me lo puso en la cara. Cuando me lo metí en la boca el se dejó caer sobre su espalda y jalando a Daniela la instruyó para que le pusiera la cola en la cara. Comenzó a lamer con espasmos la vagina ardiente de Daniela, mientras mis labios devoraban su hombría tremenda. Cuando se vino profusamente la leche tibia ahogo mi garganta y un placer enorme inundo mi cuerpo. Nos acostamos abrazados los tres. Lo hicimos de nuevo. Pasamos una tarde tan divertida que terminada la encerrona, aceptamos salir con él a cenar. Desde aquella tarde Daniela y yo hicimos equipo para este tipo de solicitudes, lo hicimos varias veces y siempre con mucho gusto para cliente y vendedoras, incluso, he de confesarles, algunas veces al calor de las copas y de la lujuria, llegamos a hacerlo solas y sin contrato de por medio. Hoy, pocas escorts de aquellos tiempos siguen en el campo de batalla, Daniela y yo nos retiramos, pero aun tenemos contacto y seguimos siendo grandes amigas.