Hola, para quienes ya me conocen, mi corazón; para quienes no me conocen, me presento: Mi nombre es Fernanda, soy Escort. Tengo 22 años, mido un metro cincuenta y cinco centímetros y peso 46 kilos. Mi piel es blanca, mis ojos verdes y mi cabello castaño claro, tirándole a rubio. Nací en el Dé Efe y aquí he estado casi toda mi vida. Me gusta mucho el ejercicio, estoy calificada como instructora de spinning, todos los días voy al gimnasio y soy boxeadora aficionada. La música me vuelve loca y me gusta toda.
A los dieciocho años, cuando te entra la crisis vocacional, yo, al igual que toda la generación de 1984, no sabía a que me iba a dedicar. No estaba segura, pero quería ser doctora, psicóloga, maestra, empresaria, administradora, socióloga, antropóloga o niñera, por eso, mejor decidí meterme de puta. Después de todo, pensé, ahí se hace un poquito de todo lo anterior y puede ganarse mucho más.
Estuve trabajando unos años en el servicio de acompañamiento, además de Zoeh, me he anunciado antes con los nombres de Natasha, Ximena, Cameron y, desde luego, el nombre que me puso el cura en la pila de bautismo: Fernanda. En mi trabajo he conocido a hombres maravillosos y mujeres fantásticas, he vivido muchas aventuras con alegrías y sin sabores, pero siempre con optimismo cosechando lo bueno.
Si les interesa conocerme y quieren saber más de mi, les cuento que creo que tengo un carácter alivianado y a veces hasta dulzón. Puedo ser berrinchuda, terca y explosiva, pero si me tratan bien, soy una conejita que come de tu mano. Cómo soy en la cama es algo que sólo tú puedes comprobar y decirlo. Si quieres mi opinión, yo creo que soy como una gatita. Me fascina que me besen el cuerpo y que mi piel la recorran suavemente con las manos.
Disfruto mucho de la buena compañía, de una charla amena en la cama y de un encuentro apasionado. Me gusta estar con un hombre que huele rico y en cuyos brazos me siento a gusto. Nunca juzgo a nadie y me encanta todo hombre, más allá de su primera apariencia. En este negocio una se va dando cuenta de que cada persona que conoces es un tesoro oculto.
Me gusta tratar como me tratan. Me encanta que las cosas se vayan dando como parte de este juego de fantasías que nos trae a encontrarnos en cuartos de hoteles, entre sábanas blancas y ajenas. Yo no soy del tipo que llega con una maleta cargada de disfraces, látigos y juegos artificiales para montar una obra de teatro sobre la cama; a menos que me lo pidan y me sea posible, mi estilo es más el de una chava que, con ganas de conocer a alguien, se pasa un rato contigo como una amiga con la que puedes dar un paso más allá, perderte en mi cuerpo y yo en el tuyo. Extraviarnos en labios, caricias, sudores, palabras. Siempre he pensado que entre más naturales se dan las cosas, más absoluto es el éxtasis que se logra. Me gusta que en mi cuerpo se sientan como en su casa, me gusta despedirme con un beso y una sonrisa dibujada en la cara de los dos.
Mi trabajo tiene sus ventajas. No voy a mentir diciendo que pasa con todos, pero cada día, hay al menos un encuentro en el que aparece un hombre que te hace olvidarte de que estas trabajando y te transporta a los terrenos del placer. Siempre hay unas manos sabias que presionan los sitios precisos, la boca inspirada que sabe dónde, cuándo, cómo. Un cuerpo prudente, un pene acertado, un orgasmo puntual. Entonces sé que lo que hago vale la pena. Lo adivino cuando un hombre se despide satisfecho, cuando me regalan su amistad, cuando se va contento, cuando vuelven a llamar, pero sobre todo, cuando al dejar la habitación me llevo esa sensación de buena vibra acumulada o el recuerdo de un buen orgasmo. Y es que ¡Ay orgasmos, orgasmos! creo que este es el único trabajo en el que te pagan por tenerlos.
En fin, ya no sé que más decirles, pero espero a partir de ya, estar con todos ustedes. Dejar de sólo contarles para que puedan probarlo con sus ojos, manos o cuerpos. Porque les voy a decir una cosa, cada persona que he ido conociendo, cada corazón que he podido tocar, me ha dejado un lindo recuerdo y una razón más para sonreír.
Muchas gracias amigos, por regalarme en este foro sus ojos y su tiempo.
Un beso
Manifiesto
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