Poco antes de volar para Cancún (donde pasaré diciembre) comí con un cuate. Es un buen cliente que me llama a menudo y con quien he formado un lazo de amistad. De vez en cuando tiene el detalle de invitarme a echarnos un taco y, cuando tengo chance, acepto gustosa.
Generalmente vamos a algún restaurante de la roma o la condesa, pero aquella noche andaba de antojadiza y lo llevé a unos tacos riquísimos de guisados surtidos que están por Bucareli. Sabrosos como un buen rapidín y muy efectivos para eso de matarle el apetito a la solitaria. Mientras cenábamos me contó que algo andaba mal con su nave. Como más o menos acababa de publicar la historia de Jorge, mi amigo y mecánico de cabecera, me pidió que lo llevara con él, pero cuando le dije que aquel experto, fregón y baratero maestro automotriz tenía su taller en la respetable y muy desairada colonia de los Doctores, el tipito puso una cara como si le hubiera dicho que tenía que llevar su carro al mismísimo infierno.
No habría pasado de que yo pensara que mi cuate era demasiado fresa o que se pasaba de mamón, a no ser porque me dijo (poniendo jeta de que algo se le había podrido) que ni siendo gratis la compostura iba él a meterse a esa colonia -Es una pinché boca de lobo güera- me dijo. Ni le contesté. Así soy, cuando algo realmente me caga no entiendo de razones: me levanté, subí a un taxi y me fui. La neta es que si algo arde, es cuando a una le tocan las cosas que quiere. Yo a mi barrio !o quiero tanto que le hablo de tú, y como en estas fechas se vale ponerse cursis, le escribí una carta.
Querido Barrió:
Serás la boca del lobo, pero como toda boca también sabes sonreír. Es cosa de que sepan encontrarte el modo. Como muchos que aquí viven, llegué a tí cuando más necesitaba un lugar donde establecerme. Cuando otras puertas se me cerraron, siempre había entre las tuyas una abierta para recibirme, cuando por otros rumbos me daban la espalda, siempre hubo aquí alguien dispuesto a ofrecerme sus brazos ¿Cómo entonces no querer tus calles, tus secretos y a tu gente?
Sé que no eres colonia modelo (serías aburrido) y tus vecinos no son comunes ni corrientes. Eres barrio bronco, arrebatado y duro, curtes a tus hijos y les enseñas que aquí hay reglas que se entienden y respetan. Cuando alguien llega a ti y sabe conquistarte, nos recibes con los brazos extendidos y nos enseñas que las historias que se cuentan tienen mucho de mito y exageración. Que también aquí, como en cualquier otro lado, hay corazones generosos y vecinos dispuestos a ver qué pasa con el de junto, qué necesita, cómo ayudarle. Que también aquí hay risas, música, cábula, albur, baüe, juerga, concreto, ladrillos, ruido, ime-cas. Entonces te haces querer.
Te haces querer porque no juzgas, porque a todos nos recibes como hijas o hijos, sin preguntarnos dónde andábamos ni reprochar nuestros errores. En tus calles todos somos tan respetables. Corrió el que más sin importar nuestra condición ni oficio. Te haces querer porque impones, porque no cualquiera tiene los tanates bien plantados como para venir a enamorarte y hacerse parte de tu familla. Te haces querer por tu historia, porque eres un viejo verde y coqueto, que a más de cien años sigues dando brincos y contando cuentos. :. Te haces querer por todos los espacios que haces nuestros; el mercado Hidalgo, la Arena México, el Hospital General, la Procu, los juzgados, el Pirul, la Ciudad Perdida, el Corral, la Cuchilla, la Burbuja, el Balalaika Por tus hoteles, tus torterías, tus refaccionarias, tus vulcanizadores, tus escuelas, tus jardines y cada rincón donde la gente y el graffiti pueden hacer un guiño a modo de saludo.
Te haces querer por tus calles con nombres de médicos a quienes nadie recordaría a no ser porque tú les das memoria. Tus respetables doctores Vértiz, Márquez, Barragán, Andrade, Navarro, Jiménez, Gómez Santos, Morones, Olvera, Bernard, Liceaga, Neva o Silva.
Te haces querer porque justo allí, en Silva 21, me dejaste construirle un altar a la misma Virgen que a todos los mexicanos cuida, a la morenita que mañana celebraremos todos y a quien como tú, sin importar nuestra condición o errores, nos regala la misma sonrisa y el mismo perdón. Te haces querer, mi barrio, porque ese pedacito de cemento, flores y respeto que ayudé a alzar hace un tiempo, será el pretexto mañana para que gente que quiero olvide lo dura que es la vida y celebre su fe entre risas, conversación, devoción y esperanza. Mañana no podré celebrar con ellos a mamá grande, pero a pesar de la distancia, se que tú, mi barrio y los carnales que allá tengo, saben que desde lejos se les extraña
Gracias Dany
Fernanda, Siempre
Generalmente vamos a algún restaurante de la roma o la condesa, pero aquella noche andaba de antojadiza y lo llevé a unos tacos riquísimos de guisados surtidos que están por Bucareli. Sabrosos como un buen rapidín y muy efectivos para eso de matarle el apetito a la solitaria. Mientras cenábamos me contó que algo andaba mal con su nave. Como más o menos acababa de publicar la historia de Jorge, mi amigo y mecánico de cabecera, me pidió que lo llevara con él, pero cuando le dije que aquel experto, fregón y baratero maestro automotriz tenía su taller en la respetable y muy desairada colonia de los Doctores, el tipito puso una cara como si le hubiera dicho que tenía que llevar su carro al mismísimo infierno.
No habría pasado de que yo pensara que mi cuate era demasiado fresa o que se pasaba de mamón, a no ser porque me dijo (poniendo jeta de que algo se le había podrido) que ni siendo gratis la compostura iba él a meterse a esa colonia -Es una pinché boca de lobo güera- me dijo. Ni le contesté. Así soy, cuando algo realmente me caga no entiendo de razones: me levanté, subí a un taxi y me fui. La neta es que si algo arde, es cuando a una le tocan las cosas que quiere. Yo a mi barrio !o quiero tanto que le hablo de tú, y como en estas fechas se vale ponerse cursis, le escribí una carta.
Querido Barrió:
Serás la boca del lobo, pero como toda boca también sabes sonreír. Es cosa de que sepan encontrarte el modo. Como muchos que aquí viven, llegué a tí cuando más necesitaba un lugar donde establecerme. Cuando otras puertas se me cerraron, siempre había entre las tuyas una abierta para recibirme, cuando por otros rumbos me daban la espalda, siempre hubo aquí alguien dispuesto a ofrecerme sus brazos ¿Cómo entonces no querer tus calles, tus secretos y a tu gente?
Sé que no eres colonia modelo (serías aburrido) y tus vecinos no son comunes ni corrientes. Eres barrio bronco, arrebatado y duro, curtes a tus hijos y les enseñas que aquí hay reglas que se entienden y respetan. Cuando alguien llega a ti y sabe conquistarte, nos recibes con los brazos extendidos y nos enseñas que las historias que se cuentan tienen mucho de mito y exageración. Que también aquí, como en cualquier otro lado, hay corazones generosos y vecinos dispuestos a ver qué pasa con el de junto, qué necesita, cómo ayudarle. Que también aquí hay risas, música, cábula, albur, baüe, juerga, concreto, ladrillos, ruido, ime-cas. Entonces te haces querer.
Te haces querer porque no juzgas, porque a todos nos recibes como hijas o hijos, sin preguntarnos dónde andábamos ni reprochar nuestros errores. En tus calles todos somos tan respetables. Corrió el que más sin importar nuestra condición ni oficio. Te haces querer porque impones, porque no cualquiera tiene los tanates bien plantados como para venir a enamorarte y hacerse parte de tu familla. Te haces querer por tu historia, porque eres un viejo verde y coqueto, que a más de cien años sigues dando brincos y contando cuentos. :. Te haces querer por todos los espacios que haces nuestros; el mercado Hidalgo, la Arena México, el Hospital General, la Procu, los juzgados, el Pirul, la Ciudad Perdida, el Corral, la Cuchilla, la Burbuja, el Balalaika Por tus hoteles, tus torterías, tus refaccionarias, tus vulcanizadores, tus escuelas, tus jardines y cada rincón donde la gente y el graffiti pueden hacer un guiño a modo de saludo.
Te haces querer por tus calles con nombres de médicos a quienes nadie recordaría a no ser porque tú les das memoria. Tus respetables doctores Vértiz, Márquez, Barragán, Andrade, Navarro, Jiménez, Gómez Santos, Morones, Olvera, Bernard, Liceaga, Neva o Silva.
Te haces querer porque justo allí, en Silva 21, me dejaste construirle un altar a la misma Virgen que a todos los mexicanos cuida, a la morenita que mañana celebraremos todos y a quien como tú, sin importar nuestra condición o errores, nos regala la misma sonrisa y el mismo perdón. Te haces querer, mi barrio, porque ese pedacito de cemento, flores y respeto que ayudé a alzar hace un tiempo, será el pretexto mañana para que gente que quiero olvide lo dura que es la vida y celebre su fe entre risas, conversación, devoción y esperanza. Mañana no podré celebrar con ellos a mamá grande, pero a pesar de la distancia, se que tú, mi barrio y los carnales que allá tengo, saben que desde lejos se les extraña
Gracias Dany
Fernanda, Siempre
de la Ciudad de Mexico el 11 de diciembre de 2008
3 comentarios:
Hijoles manito... ¿A poco transcribistes éste de la doitores tú? Órales manto... me sosprendes...
Te mando un beso...
Del otro lado del espejo
me ayudo un amiguito llamado abbyy finereader Fer
besos
Excelente prosa para La Doctores.
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