Queridos foristas (Mozart incluido):
Hace mucho (una semana), cuando decidí desahogarme con ustedes, contar en episodios pedazos de recuerdo, me movió sólo la idea de calentarme las entrañas. De traer a colación aquellos ratos veces tristes, veces maravillosos que viví de cama en cama y de boca en boca.
Sentir de nuevo el abrazo lujurioso del amigo extraño que, sin más, no sólo deja su dinero, sino que se esfuerza en complacerte. La magia de este juego, su encanto, es cuando te das cuenta de que un cliente se olvida de que paga y se desvive por hacerte sentir cómoda, princesa, por suavizar su penetración, por jugar contigo y por ser amable hasta en el sexo más rudo.
Disfruté de ustedes y de su compañía. De sus charlas en la cama, sus caricias, su pecho tibio en donde descansar. A veces estaba harta y no podía abrir las piernas una vez más, ya tenía ganas de dejarlo cuando lo hice, pero a veces, cuando estoy sola y un fuego tosco me crece en el abdomen, siento ganas de que el teléfono suene y salir corriendo a encontrarte sin saber quien eres. A que me llenes con un pedazo de tu cuerpo. A que apagues el vacío.
Hoy, después de leer estas opiniones agradables me sentí como entonces y mi cuerpo se estremeció como cuando los tenía cerca y me acostaba con ustedes. El abrazo de sus palabras y la comodidad en el pecho firme de su solidaridad es algo por lo que sólo me resta darles las gracias.
Un beso
Fer
Escrito por Fernanda, y publicado el 15 de Mayo de 2006, en el Foro Elite de ZD
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