Cuando sueño a veces me visitan los recuerdos de mi andar de puerta en puerta, en pasillos obscuros y alfombrados, en cuartos con ese olor a limpio urgente, artificial. Pero sobre todo, me viene la imagen de esos hombres sin rostro o con todos los rostros que me desean y me tienen, pero de todos los amigables fantasmas, la visita recurrente es la de ese hombre.
Era un tipo de León, Guanajuato. Fuerte, alto, de buen porte. Dueño de una fábrica de zapatos y que tiene entre 40 y 50 años. La primera vez que me llamó, me recibió callado. Olía rico. Se sentó y, con un ademán frío, me pidió que hiciera lo mismo. Se quedó callado, examinándome de pies a cabeza. Observándome con calma. Cuando mi sonrisa comenzó a pasar de tímida a nerviosa, me tendió una mano.
Se levantó y suavemente me jaló hacia el. Retiró algunos rizos que caían sobre mi cara y me besó. Ese beso, con su aliento fresco y sus brazos fuertes me bajó la guardia. Supe que era suya, pagara o no. Mi boca reaccionó tratando de devorar la suya. De hacer mía la tibieza de sus labios.
Mi sexo punzaba sin habernos casi dirigido la palabra. El episodio fue inolvidable. La fuerza y la dulzura de lo que en la cama me hizo es tan difícil de narrar, como es difícil explicar la belleza del viento fresco. Si cabe la comparación, fue como ser poseída por un león manso.
Me colgué de su espalda, se aferró a mi cintura, me exploró, me violó, me complació.
Se convirtió pronto en uno de mis clientes regulares. La regla del juego era hablar lo menos posible, el resultado era un halo de misterio que me hacia encenderme al sólo ver su número brillar en la pantalla de mi celular. Hoy el bello de mi cuerpo se exalta al simplemente recordar el rigor hermoso de sus embestidas, su olor dulce, su amor fácil, sus manos sabias, su cuerpo en el mío. No lo he vuelto a ver, pero a veces, sólo basta con cerrar los ojos y con el deseo, viene.Cuando sueño a veces me visitan los recuerdos de mi andar de puerta en puerta, en pasillos obscuros y alfombrados, en cuartos con ese olor a limpio urgente, artificial. Pero sobre todo, me viene la imagen de esos hombres sin rostro o con todos los rostros que me desean y me tienen, pero de todos los amigables fantasmas, la visita recurrente es la de ese hombre. Era un tipo de León, Guanajuato. Fuerte, alto, de buen porte. Dueño de una fábrica de zapatos y que tiene entre 40 y 50 años. La primera vez que me llamó, me recibió callado. Olía rico. Se sentó y, con un ademán frío, me pidió que hiciera lo mismo. Se quedó callado, examinándome de pies a cabeza. Observándome con calma. Cuando mi sonrisa comenzó a pasar de tímida a nerviosa, me tendió una mano. Se levantó y suavemente me jaló hacia el. Retiró algunos rizos que caían sobre mi cara y me besó. Ese beso, con su aliento fresco y sus brazos fuertes me bajó la guardia. Supe que era suya, pagara o no. Mi boca reaccionó tratando de devorar la suya. De hacer mía la tibieza de sus labios.Mi sexo punzaba sin habernos casi dirigido la palabra. El episodio fue inolvidable. La fuerza y la dulzura de lo que en la cama me hizo es tan difícil de narrar, como es difícil explicar la belleza del viento fresco. Si cabe la comparación, fue como ser poseída por un león manso. Me colgué de su espalda, se aferró a mi cintura, me exploró, me violó, me complació. Se convirtió pronto en uno de mis clientes regulares. La regla del juego era hablar lo menos posible, el resultado era un halo de misterio que me hacia encenderme al sólo ver su número brillar en la pantalla de mi celular. Hoy el vello de mi cuerpo se exalta al simplemente recordar el rigor hermoso de sus embestidas, su olor dulce, su amor fácil, sus manos sabias, su cuerpo en el mío.
No lo he vuelto a ver, pero a veces, sólo basta con cerrar los ojos y con el deseo, viene.
Escrito por Fernanda, y publicado el 15 de Mayo de 2006, en el Foro Elite de ZD
2 comentarios:
Hay algo de mercadotecnia, muchos querrán y sueñan ser ese. El sentido lúdico de creer que puede ser posible, quizá, contribuye a nuevos clientes frecuentes.
Si quieres leer algo mio: http://corporacioncapilar.es/concursorelatos/depilacion-tecnicos/304/de-lo-bello-a-sus-vellos.html
Por cierto, hay una errata, error de dedo. En vez de “bello”, es “vello”…
Gracias eric por la observación ya se corrigío
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